06 junio 2007

Autores: Andreas Seyfarth y Karen Seyfarth
Editorial: Hans im Glück

En esta ocasión me toca recuperar una vieja reseña de un juego al que hace una buena temporada que no juego. Se trata del último juego de uno de los diseñadores más conocidos del mundillo, especialmente por su Puerto Rico, que se supone es uno de los mejores juegos de mesa, ya os contaré cuando pueda probarlo. Estamos ante un juego cuya caja tiene un aspecto extraordinario, y dentro de lo que cabe, tiene un tamaño aceptable. El aspecto interior es correcto, quizás algo sobrio. Un tablero bastante bonito que representa Alemania y sus alrededores, con ciudades unidas por caminos, unas cartas igualmente bonitas (y pequeñas, como las del ¡Aventureros al tren!) que representan las ciudades del tablero, unas casitas de madera de 4 colores normales que representan oficinas de correos y unas losetas de cartón que proporcionan puntos. El juego desplegado sobre la mesa llama la atención de cualquiera.


A primera vista recuerda al ¡Aventureros al tren!, aunque en cuanto juegas la primera partida te das cuenta que no tiene nada que ver.

Las instrucciones se leen y se entienden bastante bien. La mecánica es elegante y funciona, aunque no creo que sea muy original. Cada jugador tiene su turno, dividido en tres fases, dos de ellas obligadas y una tercera opcional. La primera fase consiste en robar una carta de ciudad, la segunda en bajar una carta de ciudad y la tercera en completar una ruta (y colocarla en el tablero). Existen cuatro personajes que pueden ser utilizados (sólo uno por turno) para hacer algo adicional en una fase concreta. Un personaje permite reemplazar todas las cartas boca arriba que hay para robar, otro permite robar una carta adicional, otro bajar una carta adicional y otro completar una ruta sin cartas suficientes.

Se van ganando puntos a medida que se van completando rutas y se ponen las oficinas en el tablero. Se pueden ganar puntos por hacer rutas de 5, 6 y 7 cartas, por tener oficinas en todas las ciudades de una región, etc. Es importante ser siempre el primero, ya que por ejemplo el primero en conseguir una ruta de 5 cartas gana 2 puntos, el segundo 1 y el tercero y el cuarto nada de nada. Para ir avanzando hay que ir completando rutas en orden con un mínimo de cartas, 3, 4, 5, 6 y 7. Cuando alguien completa la ruta de 7 (para eso antes hay que haber completado rutas de como mínimo 3, 4, 5 y 6 cartas), se termina la partida. También puede terminar cuando a alguien se le acaben las oficinas. El que más puntos tenga, gana.

Aunque es un juego bastante sencillo, no es muy recomendable utilizarlo como juego de iniciación, aunque sí en una segunda o tercera toma de contacto:

  • Si no estás al juego no vas a ganar, es más, a media partida habrás perdido casi todas tus opciones. Es para jugarlo con gente que quiera jugar, no con aquellos que sólo quieren pasar el rato.
  • Los turnos tienden a ser relativamente rápidos, pues tampoco hay tantas decisiones que tomar.
  • La duración de las partidas es bastante ajustada, una hora si no recuerdo mal.
  • El tema del juego, en este caso construir una red de correos, no supone un obstáculo para los no jugadores.
  • Los jugadores con experiencia previa en el juego parten con ventaja, aunque no es insalvable, lo digo por experiencia propia.
  • No creo que sea un juego para todas las edades, aunque evidentemente puede ser jugado por cualquiera, es posible que los extremos muestren cierto rechazo, quizás por su aspecto sobrio.
En resumen, un muy buen juego para 2, 3 y 4 jugadores, que no es para nada original, pero que es muy entretenido. Está a la altura de un ¡Aventureros al tren!, ni mejor, ni peor. Por resaltar algún aspecto negativo, decir que es una pena que no hayan hecho el juego para 5 o incluso 6 jugadores, creo que hubiera sido posible. Otro aspecto que podría considerarse negativo es que la interacción entre jugadores es casi nula, cada uno va a su rollo y que gane el mejor. Es un digno ganador del Spiel des Jahres.

Valoración: 8/10.

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