21 junio 2007

Los mejores veranos de mi vida los he pasado cuando era un niño en Micieces de Ojeda, un pequeño pueblo de Palencia. Y cuando digo pequeño, quiero decir pequeño. Nada más terminar el colegio ya estaba pidiendo a mis padres que me dejaran ir al pueblo con mis abuelos. Allí la vida era otra cosa, desde primera hora de la mañana hasta la medianoche no pisaba por casa mas que para comer. No desperdiciábamos ni un solo minuto de los más de 2 meses de vacaciones que teníamos por delante. ¡Qué tiempos! Pasábamos todo el día jugando, casi siempre a juegos que se jugaban en la calle, aunque también había alguno se jugaba bajo techo. Y sobre aquellos juegos me apetece escribir, un artículo por juego, y son muchos juegos. Sólo espero recordar los nombres y las reglas de todos ellos, pues no es fácil; bote, tres navíos por el mar, tabas, tres hoyos, mundialito, chapas, pillar con bicis, pi, policías y ladrones, ¡ataco!, canicas, buscar el tesoro, no retroceder, escondite, 21, balón prisionero, burro, alturitas, etc. Son juegos que tengo la impresión que muy pronto caerán en el olvido, pues los niños ya no son como los de antes, ahora prefieren otras cosas, que lástima, con lo bien que lo he pasado yo. Empezaré con el bote, un juego mítico donde los haya, pero eso será otro día, que hoy estoy cansado.

0 comentarios:

Publicar un comentario